lunes, 26 de febrero de 2007

Lagunas de Ruidera




Oyendo lo cual el venerable Montesinos, se puso de rodillas ante el lastimado caballero, y, con lágrimas en los ojos, le dijo: "Ya, señor Durandarte, carísimo primo mío, ya hice lo que me mandastes en el aciago día de nuestra pérdida: yo os saqué el corazón lo mejor que pude, sin que os dejase una mínima parte en el pecho; yo le limpié con un pañizuelo de puntas; yo partí con él de carrera para Francia, habiéndoos primero puesto en el seno de la tierra, con tantas lágrimas que fueron bastantes a lavarme las manos y limpiarme con ellas la sangre que tenían, de haberos andado en las entrañas; y, por más señas, primo de mi alma, en el primero lugar que topé, saliendo de Roncesvalles, eché un poco de sal en vuestro corazón, porque no oliese mal, y fuese, si no fresco, a lo menos amojamado, a la presencia de la señora Belerma; la cual, con vos, y conmigo, y con Guadiana, vuestro escudero, y con la dueña Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y con otros muchos de vuestros conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el sabio Merlín ha muchos años; y, aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros: solamente faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora, en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha, las llaman las lagunas de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas, de los caballeros de una orden santísima, que llaman de San Juan. Guadiana, vuestro escudero, plañendo asimesmo vuestra desgracia, fue convertido en un río llamado de su mesmo nombre; el cual, cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que os dejaba, que se sumergió en las entrañas de la tierra; pero, como no es posible dejar de cudir a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y las gentes le vean.
He aquí una gran alegoría. He pensado que quedaría bonito introducir unas fotos para que os hagais una idea de las Lagunas de Ruidera.

3 comentarios:

Ana Romeo y compañía dijo...

Muy bien elegida la cita, María. Amplia tu comentario y explica la metáfora del Guadiana y las lagunas, así enlazaremos el post desde el blog del agua.
Indica el capítulo del que está sacado el fragmento.

mdachau dijo...

Este fragmento es del capítulo XXIII de la segunda parte, cuando don Quijote y su fiel escudero Sancho, salen de su villa por tercera vez.
Después de ir al Toboso y de conocer una falsa Dulcinea, llegan a Montesinos donde hay una cueva. Don Quijote recuerda haber leído en algún libro que no hay lugar más mágico que una cueva, así que decide visitarla.
Allí se encuentra con el propio Montesinos y le explica el encantamiento que padece él y muchos otros personajes que conviven con él. Durandarte es su primo y yace muerto, es a quien se dirige en este fragmento. Montesinos le explica cuánto lloró por él, tanto que pudo lavarse con sus lágrimas. También lloraron el Guadiana (escudero de Durandarte) y Ruidera y sus siete hijas. Cervantes hace una metáfora con el llanto y las personas: las siete hijas son convertidas en lagunas (las lagunas de Ruidera) de tanto llorar y Guadiana, en río.

Ana Romeo y compañía dijo...

Aquí tenéis un enlace a la verdadera cueva de Montesinos:
http://www.lagunasruidera.com/lugares/cueva%20montesinos/montesinos.htm