miércoles, 7 de marzo de 2007

No con quien naces, sino con quien paces


—Ahora bien, todas las cosas tienen remedio, si no es la muerte, debajo de cuyo yugo hemos de pasar todos, mal que nos pese, al acabar de la vida. Este mi amo por mil señales he visto que es un loco de atar, y aun también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refrán que dice: «Dime con quién andas, decirte he quién eres», y el otro de «No con quien naces, sino con quien paces ». Siendo, pues, loco, como lo es, y de locura que las más veces toma unas cosas por otras y juzga lo blanco por negro y lo negro por blanco, como se pareció cuando dijo que los molinos de viento eran gigantes, y las mulas de los religiosos dromedarios, y las manadas de carneros ejércitos de enemigos, y otras muchas cosas a este tono , no será muy difícil hacerle creer que una labradora, la primera que me topare por aquí, es la señora Dulcinea; y cuando él no lo crea, juraré yo, y si él jurare, tornaré yo a jurar, y si porfiare, porfiaré yo más, y de manera que tengo de tener la mía siempre sobre el hito, venga lo que viniere. Quizá con esta porfía acabaré con él que no me envíe otra vez a semejantes mensajerías, viendo cuán mal recado le traigo dellas, o quizá pensará, como yo imagino, que algún mal encantador de estos que él dice que le quieren mal la habrá mudado la figura, por hacerle mal y daño.

2 comentarios:

Anitxa dijo...

Este fragmento pertenece a la segunda parte de Quijote, y se ubica exactamente en el capítulo X.

La razón por la que he escogido este fragmento es, simplemente, porque me fascina la madurez que adquiere Sancho a lo largo de todas sus fechorías, demostrándolo así, con el reconocimiento de que su amo está loco, pero él también: Este mi amo por mil señales he visto que es un loco de atar, y aun también yo no le quedo en zaga, pues soy más mentecato que él, pues le sigo y le sirvo, si es verdadero el refrán que dice: «Dime con quién andas, decirte he quién eres», y el otro de «No con quien naces, sino con quien paces ».

También es importante, porque el soliloquio del escudero es uno de los fundamentos de la nueva imagen de Sancho en la 2ª parte, mucho más consciente de sus facultades y de su capacidad para manejar a DQ. El escudero presume que lo más probable es que su amo reaccione de acuerdo con el esquema de las aventuras que recuerda. La solución que halla es sencilla e ingeniosa a la vez, ya que se inventa una Dulcinea (labradora) creyendo que DQ la adecuará a su realidad caballeresca, pero DQ ha cambiado también entre la 1ª y la 2ª parte. Mientras que antes transformaba lo que veía para adecuarlo a su ilusión, ahora ve la realidad tal cual es. Pero siempre queda la excusa del encantador para echarle las culpas a alguien.

Ana Romeo y compañía dijo...

Lo que no esperaba Sancho es que el encantamiento le iba a salir tan caro en azotes...
Fijaos en que la no-visita de Sancho a Dulcinea y el encantamiento de la segunda parte son dos de los elementos que articulan el relato y funcionan como ejes narrativos. Hasta el final, con Sancho convertido en un profesional de desencantar damas, la burla de Sancho es uno de los hilos argumentales que más juego da. Además, temáticamente, es muy importante puesto que modifica la relación entre amo y criado: Sancho conoce la locura de don Quijote y juega con ella, y, a pesar de todo, lo acompaña hasta el final.